“Ya sé
escribir”, piensa el niño. “Eso no es escribir”, le dice un amigo. El papel
está cubierto por unas irregulares líneas verticales. “Te enseño”.
Después: “esto sí que es escribir”. Pero, nos cuenta Thomas Wolfe, “guardaron
entre ellos su secreto”.
Lucio Fontana, Concepto espacial. Espera |
Otra niña –creo recordar que se llamaba Paloma- cubría con trazos horizontales hojas y hojas de papel que después cosía para formar libros ilegibles. Se enojaba cuando los adultos fingían –porque tenían que estar fingiendo- que no entendían su escritura.
Claude Lévi-Strauss distribuyó hojas de papel y lápices entre los miembros de una tribu que desconocía la escritura. Un día, vio a todos "ocupados en trazar sobre el papel líneas horizontales onduladas. ¿Qué querían hacer? Tuve que rendirme ante la evidencia -prosigue el antropólogo-: escribían, o más exactamente, trataban de dar al lápiz el mismo uso que yo le daba". El jefe le pidió un cuaderno: trazaba en él líneas sinuosas y se las mostraba a Lévi-Strauss: "como si yo debiera leer su respuesta".
***
La escritura del Codex Seraphinianus es muy clara y, sin embargo, ilegible. Luigi Serafini contó que su intención era evocar la sensación del niño ante una escritura que aún no sabe leer pero que los adultos descifran sin dificultad. Esa extrañeza, esa especie de exilio que Paloma devolvía a los adultos con sus “libros” cubiertos por una escritura inventada. Nos sentimos próximos a poder leer la escritura del Codex, dice Italo Calvino, pero esta “se nos escapa en cada una de sus palabras y cada uno de sus caracteres. La angustia que ese Otro Universo nos transmite no viene tanto de su diferencia con el nuestro como de su semejanza: lo mismo la escritura que verosímilmente podría haberse elaborado en un área lingüística extraña para nosotros, pero no impracticable”.
Además de estas escrituras inventadas,
existen otras que no siempre son fáciles de leer. Algunas son más efímeras de
lo que todas, en realidad, son.
Podemos escribir en
el aire, en un cristal empañado por el vaho, en la arena, en el agua, en la ceniza, en un cuerpo…
Peter Handke pregunta: “¿no era verdad que, siendo niño y ante la sonrisa burlona de la familia, estaba escribiendo continuamente cosas en el aire?”. Y después: “la única letra que era realmente mi letra era la que trazaba en el aire, sin instrumento alguno, con solo el dedo índice como lápiz; precisamente el hecho de que no viera ante mí lo que estaba escribiendo y de que me bastara con el dedo índice me daba la impresión de que lo que escribía lo escribía con una letra personal, con mis rasgos peculiares. Además, escribiendo-en-el-aire podía ir despacio, detenerme, hacer pausas”.
Mordechai Ardon, Letras |
Adri, una niña
que aparece en una novela de Pascal Quignard, escribe también en el aire.
Lo primero que hay que hacer es “aplanar con la mano el papel imaginario en el aire”: cuidado con los pliegues –pero este, el de los pliegues, es otro tema-.
“¿A quién escribes?”, le preguntan cuando la ven trazar en el aire
grandes letras invisibles. “A Dios”, contesta.
Solo en el aire. Acaso, también en el agua.
¿A quién escribes? ¿Escribo?
"Eso no es escribir".
Todos escribiendo... ¿en el aire? Sí, creo que sí.
ResponderEliminarGracias, Alfonso.
Preciosa entrada Carmen.
ResponderEliminar¡Gracias, Juan Antonio!
EliminarHola a todos:
ResponderEliminarla escritura es fascinante, en cualquier idioma, lo entendamos o no, pero para un niño es mucho más. Es como aprender a leer, una especie de tránsito a la adultez aunque siguen siendo niños.
Para los adultos que aprenden es un logro, en la mayoría de los casos, una especie de subida de clase, aunque sigan en la misma,y la clase social no signifique gran cosa.
Supongo que para cada uno es algo diferente, pero es normal que le demos tanta importancia. Es una forma de lenguaje, una más pero más fácil de aprender que, por ejemplo, pintar o bailar.
La escritura nos define, nos moldea y nos permite recordar.
Lo dicho. Es fascinante, maravillosa, no debería perderse ni abreviarse, ni ningunearla.
Es arte
Gracias Carmen, adoro escribir aunque no cuentos o redacciones. Con las listas de todo tipo de cosas tengo suficiente, pero no me imagino sin ella
¿Es más fácil que bailar? No lo sé. Fascinante, sí. Hablas la memoria: me esfuerzo por recordar cómo me llegó la capacidad de leer y escribir, quién me enseñó. Supongo que mi madre. No puedo acordarme. La edad, sí, tres años. Y el gigantesco libro de cubiertas rojas que leía, encaramada a la mesa del comedor o sobre el suelo. No sé. ¿Podéis recordar el momento en el que accedisteis a ese mundo de la lectura y de la escritura?
EliminarHablas también de las listas, de modo que aparece Umberto Eco con su obra "El vértigo de las listas": "La lista está en el origen de la cultura. Es parte de la historia del arte y de la literatura. ¿Para qué queremos la cultura?: Para hacer más comprensible el infinito. También se quiere crear un orden, no siempre, pero a menudo. ¿Y cómo, en tanto seres humanos, nos enfrentamos a lo infinito?, ¿cómo se puede intentar comprender lo incomprensible? A través de las listas".
Gracias, Harry. Un abrazo.
Carmen que bonita entrada, aprender a escribir, se comienza con garabatos y con el tiempo dejamos de hacerlos para tener otro tipos de rasgos. No importa el idioma que se escriba pero que bonito es aprender. Un abrazo.
ResponderEliminarEsos garabatos para nosotros perfectamente comprensibles: ¿cómo es posible que los mayores digan que no los entienden? ;)
Eliminar¡Qué bonito es aprender, Mamen! Sí, ese camino que nunca cesamos de recorrer, tan lleno de gozo...
Un abrazo y gracias.
Hola Carmen,
ResponderEliminarLa niña que te lee siempre alberga la esperanza de aprender a escribir.
Preciosa entrada!
Un abrazo.
Hay una niña detrás de estanterías llenas de tesoros que escribe, escribe muy bien. Fíjate, algunos de esos tesoros han saltado de tu estantería y han venido a reunirse aquí para hablarnos de algo que conocen muy bien: la escritura. Y ahí me he quedado yo, en una esquinita de la página, escuchándoles.
EliminarGracias, Francisca. Un abrazo.
Una delicia como siempre, Carmen. No sabés cuánto extraño esos mails de ida y vuelta cuando existía G+. Y ni hablar de lo que aprendí y sigo aprendiendo de vos. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Os echo de menos a ti y a la hermana Ingrid, Héctor! Muchos besos, muchos, muchos, para los dos.
Eliminar¡Ah, caray! Nosotros también. Besos, Carmen
Eliminar¡¡¡Muchos bechitos hermana Carmen!!!
Eliminar¡Hermana Ingrid! Muchos besos, y abrazos, y de todo :)
Eliminar;)
ResponderEliminarQué belleza de entrada, me he quedado fascinada leyéndote...
ResponderEliminarYo también escribía en el aire, aún lo hago a veces, igual que en el cristal de mi ventana :)
Un abrazo y feliz año nuevo, Carmen
Que sea un buen año, Anabelee, y que sigas escribiendo en el aire, el cristal, la transparencia. Me ha alegrado mucho tu visita. Un abrazo bien grande.
EliminarTambién se puede escribir con el dedo en la piel de alguien. Si se estremece y suspira, es porque tu caligrafía le ha gustado. Si se aparta con molestia, es porque le hiciste un garabato torpemente.
ResponderEliminarSaludos Carmen, y feliz año.
¡Feliz año, Bonifacio!
EliminarCuando la escritura, como líneas personales, se convierten en arte, parecen decir estos autores y personajes.Muy buenas recomendaciones para leer. Gracias, Carmen.
ResponderEliminarUn abrazo.
Escribir... Ya vemos, donde sea. Y leer, leer... ¡Qué dicha!
EliminarUn abrazo, Yolanda (con lectura, con escritura... ¡con dicha!).