jueves, 4 de abril de 2024

Tiempo de Quignard: Horas felices

 



Nos cuenta que un día, "en 1735, en la isla principal de Japón, el monje Baisaó se convirtió en el humo que flotaba sobre la superficie del té que había puesto a hervir.


Eric Thompson


En China, un hombre que vivía en el bosque de Henan se convirtió en mariposa y ya no supo de reinos, vigilias, ilusiones, ecos; no supo de las corolas de las flores, los insectos que las succionan ni los sueños que tienen”. A otro hombre, en Gran Bretaña, le dio por la pesca con caña.

Se dice que se trata de ocupaciones, rituales, contemplaciones, pero en realidad son desapariciones maravillosas”.

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Montaigne lee en su torre de Dordoña. También lee Spinoza en La Haya. Ambos leen lo mismo que Saint-Évremond en Londres: este, más que en los escritos del señor de la torre, se inspirará para sus pequeños tratados en los libros de un hombre que en 1979 escribió: “Espero ser leído en 1640”. 

“Esperar que lo que se escribe en 1979 sea leído en 1640 suponía invertir, no ya la dirección del tiempo, puesto que el tiempo no tiene dirección, sino la costumbre de esta orientación”. Yo, que le leo en 1640 o en cualquier otra fecha, le doy la razón aunque ni él, ni Saint-Évremond, ni Montaigne ni Spinoza se enteren, lo cual es natural y carece de importancia.

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“Todo lo que brota de las cuevas de las montañas, todo lo que desciende en torrente, todo lo que predestina los renacimientos y los retornos. Charco antes del mar, brote antes del árbol, cervato antes del ciervo, cascada sobre la roca, cueva en la montaña, todo de nosotros resurge del fondo de la tierra. Los dioses de cristal están en la oscuridad”, dijo la chamana uigur. Después conversó con la nuera del emperador Genghis Khan, fallecida setecientos cincuenta años antes. La nuera contó que estaba vieja y que se tambaleaba de ancestro en ancestro. Dijo también algo muy bello: “El agua pura que llevo entre mis labios refresca los rostros”.



Rashid al-Din, "Djami al-Tawarikh" (s.XIV). Reproducción en Genghis Khan et l’Empire Mongol `por Jean-Paul Roux

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La cueva de Niaux, en Francia, fue visitada en 1640. Pensaron que las imágenes que veían en ella habían sido hechas por niños-lobo abandonados lejos del pueblo para que muriesen lo más rápido posible”.


Gruta de Niaux

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Jenofonte preguntaba el nombre de las ciudades que veía en ruinas. Nadie sabía decirle. Un día, mucho tiempo después, "recuperaron el nombre, el tiempo y el sentido. Hace doscientos años, los ladrillos de arcilla rotos dejaron de ser ciudades destruidas hace milenios". Las tablillas "se convirtieron en libros”; esas "torres de Babel derrumbadas se enderezaron". Los nombres, las letras, los libros, los idiomas "fueron descifrados, todo fue restituido".

“Así fue respondida la pregunta de Jenofonte con dos mil cuatrocientos años de retraso”.

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“El pasado es tan inestable.

¿Quién sabe lo que el pasado le reserva al porvenir?

No sabemos nada de lo que nos espera en el fondo del mundo desde el fondo del mundo".

“No es la idea del futuro lo que modifica el presente retrocediendo sobre él. Es necesario cambiar el pasado para que la actualidad se transforme”.

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Quignard pudo hablar, pudo comer, pudo vivir, gracias a un resucitado: su tío Jean Bruneau, que regresó del campo de concentración de Dachau: “¡el tiempo que le costó estar de vuelta en el tiempo! –escribe el sobrino-. Los años luz que le costó regresar".

Así, gracias a su tío, Quignard escribió para ser leído en 1640.



5 comentarios:

  1. Tu entrada me ha resultado hermosa de leer, pero algo enigmática para mí. Al final no sé aún si el tal Pascal Quignard es autor de hoy o del XVII. Entiendo que actual, pero espero a que tú me lo aclares, Carmen.
    De los textos que das me quedo con uno que creo de máxima actualidad:
    «Es necesario cambiar el pasado para que la actualidad se transforme» Pienso que los políticos se esfuerzan en que tal cosa se produzca.
    Un beso

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    1. A Quignard le encantaría saber que consideras la posibilidad de que sea del siglo XVII. En realidad, y aunque su partida de nacimiento y todos sus documentos indiquen que es un autor actual, sospecho que él pasa sin problema de época en época, de siglo en siglo, de idioma en idioma, de silencio en silencio,
      No se me había ocurrido pensar de ese modo en la frase que citas, Juan Carlos: qué espanto que los políticos pretendan también jugar con los tiempos. No les pertenecen. Nosotros, por cierto, tampoco les pertenecemos (en ese "nosotros" incluyo a Quignard porque sé cuál es su opinión sobre eso).
      Si aún no has leído sus obras, te las recomiendo, Disfrutarás.
      Un abrazo

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  2. El pasado es inestable. Excelente.

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    1. Inestable e imprevisible. Cuántos descubrimientos -por ejemplo en arqueología, en prehistoria o en muchísimos otros campos del conocimiento- han hecho tambalearse lo que dábamos por sabido y han tirado por tierra la imagen falsa que, hasta entonces, en muchos casos se había adorado como un ídolo (por cierto, ¡qué bueno es derribarlos!). Esa transformación ha conllevado cambios en lo que en cada momento llamamos presente.
      Bien, esta es una respuesta lógica. Tengo otra más... ¿quimérica? Me la reservo.
      No me reservo, en cambio, la referencia a Benjamin y a Bloch (entre otros).

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  3. Yo no había preguntado nada, pero gracias. Me intrigan las quimeras.

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