“Resulta
desconcertante que, mientras capta lo que le rodea, mientras observa y da forma
a su percepción, el artista no dice, de hecho, nada sobre el mundo ni sobre sí
mismo, solo que se tocan el uno al otro”, escribe Juhana Blomstedt. El artista,
añade Juhani Pallasmaa, “toca la piel de su mundo con el mismo sentimiento de
asombro con el que un niño toca una ventana con escarcha”.
Esta imagen fue tomada en el Memorial Passagen construido por Dani
Karavan en Portbou, en memoria de Walter Benjamin. Una frontera, un final.
Ignoro el nombre del autor de la fotografía.
Juhana Blomstedt
Warburg ofrece otra visión de la frontera: “El acto de
interponer una distancia entre uno mismo y el mundo exterior puede calificarse
de acto fundacional de la civilización humana; cuando este espacio interpuesto
se convierte en sustrato de la creación artística, se cumplen las condiciones
necesarias para que la conciencia de la distancia pueda devenir en una función
social duradera”.
En ello estoy, como siempre: en
los inicios, en la maravilla. De todo esto, como de tantas otras cosas, apenas
sé. Intento aprender. Desde este no saber recuerdo el consejo de Edmond Jabès: