A veces, en la ciudad, voy de perro en perro. Si no hay perro, desastre: porque entonces los autos y la gente con prisa, así que mucho mejor si hay perros en los que demorarse y poder ir de perro en perro. Ya que mencioné la prisa, admito que otra cosa que hago en la ciudad es jugar a las carreras. Elijo a alguien que camine ágil y me lleve un buen trecho de adelanto: aprieto el paso hasta alcanzarlo y, mientras lo rebaso, oteo en busca de la siguiente persona con quien jugaré. Sé que hay más jugadores porque en alguna ocasión coincidí con alguno: es muy divertido cómo echamos carreras mientras fingimos ser solo dos personas que caminan a paso rápido.
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George
Grosz, Mañana azul |
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François
Avril, Esquina |
Voy poco a la ciudad y se me olvida. Sé que está hecha de esquinas, de balcones, de sonidos, de escaparates, de nubes prendidas en lo alto y, si hay suerte, de perros. Pero a fuerza de no ir, o de ir muy poco, se me olvida. No es fácil acordarse de todo cuando se vive aquí –selva, páramo, cueva, fondo del mar, desierto, isla, montaña, bosque, exoplaneta, nada-, así que he pensado que Ale podría ayudarme a recordar cómo es una ciudad. He pensado en ella, pero todos vosotros estáis invitados a hacer estos ejercicios de memoria urbana.
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Władysław
Strzemiński, Paisaje urbano |
Un día tenéis que buscar leones. Ya sé que no es frecuente hallar leones por las calles de una ciudad, pero es posible que estén esculpidos en algún edificio o que su imagen aparezca en algún lugar. En su defecto, se pueden buscar dragones.
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René Magritte, Nostalgia |
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Pascal Campion, Escena callejera |
Otro día tendréis que buscar a personas que se saluden al encontrarse o al despedirse. ¿Cómo son, qué hacen? ¿Se estrechan las manos, se abrazan, se dan un beso, dos besos…? El ejercicio puede ampliarse a cualquier tipo de relación entre dos o más personas con las que os crucéis por la calle o que veáis sentadas en la terraza de un café, en una estación… en cualquier punto de la ciudad. También podéis recolectar risas y sonrisas. Incluso provocarlas.
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Vincent
Mahé, En el café |
¿Qué más hay que buscar? Algo que esté fuera de lugar: por ejemplo, un piano de cola en el cruce de dos avenidas. Se admiten también pianos verticales o de pared. Aunque tampoco hace falta que sea un piano: cualquier cosa cuya presencia resulte sorprendente en ese lugar o en ese momento. Puede ser un sonido, puede ser un olor.
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Ralston
Crawford, St. Anne Street |
Un lugar. Un único lugar en vuestra ciudad. Ese lugar. Podéis solazaros en la nostalgia (o no sentir ni una pizca de añoranza), pero debéis ir a ese lugar, ver lo que ha cambiado, lo que permanece intacto.
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Jakob
Eisenscher, Paisaje urbano |
Un color. El que queráis. Hay que ver si aparece con frecuencia y en qué contextos lo hace. Si por cualquier motivo decís “no, color no me apetece”, os sugiero como alternativa que sigáis el rastro del agua: fuentes, río, mar… Cómo suena: sobre todo, cómo suena. A partir de ahí, lo que surja.
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Jan Sluijters, Ciudad |
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Pascal Campion, Escena callejera |
Buscad a alguien que se os parezca, o se pareció o pueda llegar a parecerse: podéis reconoceros en cualquier rasgo físico, o en el modo de caminar, o en nada en absoluto porque sois totalmente distintos y, no obstante, os parecéis incluso en el no pareceros. No hace falta que os reconozcáis en una persona: puede ser en cualquier otro tipo de criatura, de objeto, en cualquier percepción que despierte, en vosotros, la semejanza. A mí me pasó, una mañana, con una música que escuché en una radio que alguien tenía puesta. “¡Soy yo!”, exclamé, asombrada.
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Oskar
Kokoschka, Avignon |
Ya está: ya puse los deberes, por si queréis hacerlos. No me refiero solo a Ale, sino a todos los que queráis ayudarme a recordar que las ciudades están llenas de leones (o dragones), del sonido del agua, de personas que se saludan, que juegan a hacer carreras entre ellas, que se nos parecen o no se nos parecen. E incluso de perros.
Porque, a fin de cuentas, ¿qué es una ciudad, sino todo eso?
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Władysław
Strzemiński, Paisaje urbano |
“La medida del sentido de la ciudad es esta: en la ciudad de la memoria ¿puedes oír la risa de los niños, el agitar de las alas de las palomas y los gritos del vendedor ambulante?, ¿puedes recordar el eco de tus pasos? En la ciudad de tu mente, ¿puedes imaginarte enamorándote?”.
(Juhani Pallasmaa, Habitar)