Carlo Mattioli (1911-1994)
Regreso a menudo a la cartuja de
Parma. Me refiero, claro está, a “la más bella novela del mundo”, como la
definió Italo Calvino. Cada uno de estos retornos me permite renovar mis
maldiciones a Ambroise Dupont, el editor que obligó a Stendhal a recortar el
final de la novela, así como mi devoción por la duquesa Sanseverina, un
sentimiento que comparto con el conde Mosca y con infinidad de lectores. Hoy os
invito a acompañarme a Parma a través de las obras de un artista cuya pintura
aprecio y quien, por cierto, ilustró La
cartuja de Parma y Vanina Vanini,
de Stendhal, así como obras de Pietro Aretino, Maquiavelo, Petrarca, Guido
Cavalcanti y otros autores. Hablo de Carlo Mattioli. Y de sus árboles.
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Paisaje con árboles azules |
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Ventana en Parma |
Nació en Módena, pero su familia se trasladó a Parma cuando Carlo era adolescente. Tras estudiar en el Istituto d'Arte de Parma, Mattioli enseña dibujo en diversas localidades: Istria, Parma, Bolonia… Y pinta, estudia la obra de otros artistas, investiga diversas técnicas, pinta, expone, pinta, pinta. Y observa. ¡Qué bien mira este hombre, cómo se sumerge en la naturaleza –árbol, tierra, lavanda, genista, cielo-, en los cuerpos y en los rostros de las personas que le rodean y también en las construcciones de su ciudad, cómo se embebe de ellos para después verter en el lienzo la esencia de su experiencia, cernida por el sentimiento y la reflexión!
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Árboles |
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La sombra del árbol |
Mattioli combina en sus obras la materia espesa de la pintura con apliques levísimos que son casi transparencia. A veces, estallan los colores, jugosos, vivos; en otras ocasiones, el juego se desliza entre los blancos o se zambulle –y a nosotros con él- en la noche oscura. Lo opuesto es, aquí, armonía. Es, siempre, búsqueda, camino. En sus series –las dedicadas a los árboles o a diversas plantas, por ejemplo- el reconocimiento se difumina en matices de extrema delicadeza. La naturaleza cambia. El artista nos invita a contemplar, con él, los campos de lavanda, los rojos de los campos de amapolas, el amarillo de la genista.
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Amapolas |
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Genista |
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Campo de lavanda |
Colores, sí, ya vemos. Colores,
luz. Pero también la noche y ese negro, como escribe Roberto Tassi, que parece abolir los colores y, sin embargo, los
contiene. El negro -a veces, casi negro-; la noche -a veces, casi oscura-, amados por Mattioli.
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Noche
de luna |
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Giorgio
de Chirico |
Son muchos los artistas y escritores que se asoman a los lienzos de
Mattioli. Muchos, asimismo, los textos que se han escrito sobre él. Fue un
hombre que amó la literatura y, por supuesto, el arte.
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Roberto
Longhi |
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Giacomo
Manzù |
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Renato
Guttuso |
Sus desnudos son casi paisaje. Quitemos el casi: son paisaje. Como cualquier
desnudo, tan de tierra y horizonte, tan de verdad.
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Desnudo acostado |
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Desnudo acostado |
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Desnudo femenino |
Mattioli pinta sobre diversos soportes, además del lienzo: viejas telas y tablas de madera, portadas y páginas de libros antiguos… Es el tiempo, es la memoria: es la pintura.
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Paisaje |
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Sin título |
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Paisaje |
Ya veis: podríamos decir que en la pintura de Carlo Mattioli no pasa nada. Solo -¿solo?- esa iluminación, esa revelación que producen naturaleza, cuerpos, objetos, edificios, todo lo que rodea al artista y hace que su atención quede prendida, ensimismada: mirada, reflexión, sentimiento. ¿Cómo expresarlo? El pintor busca el modo de mostrar lo que hay frente a él y dentro de él. Busca, encuentra, sigue buscando. Mirad. Mirad estos árboles. Todos los árboles. Miradlos. Si prestáis atención, escucharéis su voz.
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Paisaje |
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Árbol |
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Campo |