miércoles, 3 de septiembre de 2025

Mordecai Ardon: en el umbral





Mordecai Ardon (1896-1992)



La casa está llena de relojes y de niños. Cada uno marca una hora distinta. ¿Los niños o los relojes? Unos y otros, por supuesto. El padre, orfebre y relojero, cuenta historias jasídicas. La familia escucha: podemos imaginar que también surgen preguntas, comentarios… Nos hallamos en Tuchów, una pequeña localidad polaca, y Mordecai, Mordechai o Mordejai –de todos estos modos podemos escribirlo- aún no se apellida Ardon, sino Bronstein: Mordecai Eliezer Bronstein. Le gusta dibujar.

Sin título

La casa del maguid
Un león, un ciervo, un tigre y un águila. Se cuenta que un pintor llamado Roth, al ver uno de los dibujos infantiles de Mordecai, en el que aparecen estos animales, aconseja al padre que haga asistir al niño a clases de arte. También le recomienda que estudie griego y latín en el monasterio redentorista de la localidad. El padre accede, con la condición de que el pequeño prosiga sus estudios de la Torá y el Talmud.


El nacimiento de una hoja


Letras
A los trece años, Mordecai, que ya no será orfebre y relojero, como habría deseado su padre, está en Tarnow. Después será la guerra y, tras esta, Berlín, donde estudia con Max Reinhardt. ¿Mordecai se dedicará al teatro, que tanto le apasiona? No. En 1921 está en Weimar: la Bauhaus. Sus maestros: Lyonel Feninger, Vasili Kandinsky, Paul Klee.

Paul Klee: maestro y amigo.

Sol rojo

Luna azul

Tras su estancia en la Bauhaus, amplía sus estudios en Munich con Max Doerner. Admira a Miguel Ángel, El Greco, Rembrandt.

Es amigo de Kurt Weill y de Bertolt Brecht. Como ellos, es comunista. Como Weill, es judío. Allí, entonces. Malos tiempos, muy malas las horas que marca el reloj.

Luz oculta

Salmo 39

El tríptico Missa Dura, pintado entre 1958 y 1960, tiene como tema central la “Kristallnacht” (Noche de los Cristales Rotos).

Missa Dura

Sara
En 1933, Mordecai se instala con su esposa, Miriam Banet, en la zona del Mandato británico de Palestina que corresponde al actual Israel -otras zonas, tras la guerra de 1948, pasaron a poder de Jordania (que anexionó parte de Cisjordania) y Egipto (Franja de Gaza)-. 

Ha llegado colmado de gris, rodeado de gris: cuenta que, en ese momento, era “incapaz de ver los colores, todo era gris”. Pero, muy pronto, todo cambia. Incluso su nombre. Ya no es Mordecai Bronstein, sino Mordecai Ardon. “Me olvidé de todo lo que había aprendido”, dice. Todo salió “de nuevo a la superficie y volví al mismo punto: para empezar todo de nuevo “. Salió, nos cuenta, de la tierra, de la memoria, de una lengua que creyó haber olvidado. 

“Estamos en el umbral”, escribe.



Sin título


“El umbral es la fuente”, dice Peter Handke. Y Maurice Banchot habla de “un umbral a falta de suelo”. Pero a Ardon no le falta el suelo: siente la tierra y las raíces bajo sus pies, nos cuenta. Pregunta, en el umbral: “¿adónde vamos?”. Examina la mezuzá de la jamba de la puerta antes de entrar. Así pues, para él hay una puerta, un lugar al que se entra: hogar, un mundo único, una común lengua, “un solo tambor sobre el que palpita el mismo ritmo”. El arte. La memoria. La vida. El comienzo.

El sol

El árbol de la vida





 

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