Mordecai Ardon (1896-1992)
La casa está llena de relojes y de niños. Cada uno marca una hora distinta. ¿Los niños o los relojes? Unos y otros, por supuesto. El padre, orfebre y relojero, cuenta historias jasídicas. La familia escucha: podemos imaginar que también surgen preguntas, comentarios… Nos hallamos en Tuchów, una pequeña localidad polaca, y Mordecai, Mordechai o Mordejai –de todos estos modos podemos escribirlo- aún no se apellida Ardon, sino Bronstein: Mordecai Eliezer Bronstein. Le gusta dibujar.
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Sin título |
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La casa del maguid |
Un león, un ciervo, un tigre y
un águila. Se cuenta que un pintor llamado Roth, al ver uno de los dibujos
infantiles de Mordecai, en el que aparecen estos animales, aconseja al padre
que haga asistir al niño a clases de arte. También le recomienda que estudie
griego y latín en el monasterio redentorista de la localidad. El padre accede,
con la condición de que el pequeño prosiga sus estudios de la Torá y el Talmud.
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El nacimiento de una hoja |
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Letras |
A los trece años, Mordecai, que ya no será orfebre y relojero, como habría
deseado su padre, está en Tarnow. Después será la guerra y, tras esta, Berlín,
donde estudia con Max Reinhardt. ¿Mordecai se dedicará al teatro, que tanto le
apasiona? No. En 1921 está en Weimar: la Bauhaus. Sus maestros: Lyonel
Feninger, Vasili Kandinsky, Paul Klee.
Paul Klee:
maestro y amigo.
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Sol rojo |
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Luna azul |
Tras su
estancia en la Bauhaus, amplía sus estudios en Munich con Max Doerner. Admira a
Miguel Ángel, El Greco, Rembrandt.
Es amigo de Kurt
Weill y de Bertolt Brecht. Como ellos, es comunista. Como Weill, es judío.
Allí, entonces. Malos tiempos, muy malas las horas que marca el reloj.
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Luz oculta |
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Salmo 39 |
El tríptico Missa Dura, pintado entre 1958 y 1960, tiene como tema central la “Kristallnacht” (Noche de los Cristales Rotos).
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Missa Dura |
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Sara |
En 1933, Mordecai se instala con su esposa, Miriam Banet, en la zona del Mandato británico de Palestina que corresponde al actual Israel -otras zonas, tras la guerra de 1948, pasaron a poder de Jordania (que anexionó parte de Cisjordania) y Egipto (Franja de Gaza)-.
Ha llegado colmado de gris, rodeado de gris: cuenta que, en ese momento, era “incapaz de ver los colores, todo era gris”. Pero, muy pronto, todo cambia. Incluso su nombre. Ya no es Mordecai Bronstein, sino Mordecai Ardon. “Me olvidé de todo lo que había aprendido”, dice. Todo salió “de nuevo a la superficie y volví al mismo punto: para empezar todo de nuevo “. Salió, nos cuenta, de la tierra, de la memoria, de una lengua que creyó haber olvidado.
“Estamos en el umbral”, escribe.
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Sin título |
“El umbral es la fuente”, dice Peter Handke. Y Maurice Banchot habla de “un umbral a falta de suelo”. Pero a Ardon no le falta el suelo: siente la tierra y las raíces bajo sus pies, nos cuenta. Pregunta, en el umbral: “¿adónde vamos?”. Examina la mezuzá de la jamba de la puerta antes de entrar. Así pues, para él hay una puerta, un lugar al que se entra: hogar, un mundo único, una común lengua, “un solo tambor sobre el que palpita el mismo ritmo”. El arte. La memoria. La vida. El comienzo.
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El sol |
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El árbol de la vida |
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