sábado, 11 de diciembre de 2021

Florencia o la contienda geométrica (según Giorgio Manganelli)

 


Es “una ciudad que no se puede evitar”, escribe Calasso. Manganelli, sin embargo, la evitó durante todo el tiempo que le fue posible. Eludía esta ciudad porque la idea de que era una obra maestra llena de obras maestras le espantaba –o le aburría-. La ciudad “bella”, no duele, no conoce demonios, no es una secreta interpretación del mundo.  ¿Seguro?  Manganelli descubrió después que ser una obra maestra era un modo de esconderse, de volverse desconocida, de hacer más intrincado el camino para descubrirla y reconocerla.






















Él ve en Florencia la contienda geométrica entre dos bandos. Uno de ellos es capitaneado por el “taciturno señor del Baptisterio, dueño de los números, ser sin aire”. El Baptisterio no quiere ser amado. “Íntimamente ciego, solo se contempla a sí mismo”. De esa concentración nace una potencia, una “geometría del terror”, que invade toda la ciudad.


Baptisterio


El otro bando, que intenta hurtarse a ese poder, es el de la arquitectura del aire y de la danza: “lugares donde el aire se ha dispuesto como arquitectura y habitáculo de ángeles”. En ellos se percibe “la rápida y ligera sabiduría, la insondable sabiduría feliz del angélico pueblo del aire y de sus cómplices terrestres”.

Algunos de los edificios que forman parte de este segundo grupo gozan de la ventaja de ser protegidos por el río. Es el caso de Santo Spirito, por ejemplo, o de San Miniato. Allí no alcanza o, por lo menos, pierde fuerza, el adusto poder del señor del Baptisterio.


San Miniato al Monte

Publico a continuación las imágenes de algunos de estos edificios, sin indicar a cuál de los dos bandos pertenecen. Os dejo a vosotros la tarea de reconocerlos, de adivinar cuál podría ser su bando, según Manganelli: ¿AD –aire y danza- o B –Baptisterio-?.

Vuestra opinión no tiene por qué coincidir con la de Giorgio Manganelli. Y, si no os apetece jugar, basta con que os animéis a acompañarme en este paseo por Florencia, la "ciudad que no se puede evitar".


San Lorenzo


No se trata solo de fachadas, por supuesto. El pobre San Lorenzo se quedó sin ella, por ejemplo. Otros edificios tuvieron que conformarse con una máscara (¡corre, corre, ponte esto!) o se quedaron con carita de niño. Manganelli señala que una línea casi recta une Santa Croce y San Lorenzo con la cúpula de Brunelleschi en el Duomo. A estas tres iglesias se les negó la fachada: “estoy convencido –afirma- de que la prohibición emanó” del señor del Baptisterio.


Santa Croce


La Capilla de los Pazzi, junto a Santa Croce, “reúne en un brevísimo espacio los signos de la danza, de la inmóvil contemplación del cosmos, y también la esbelta gracia de una matemática mental que llega a ser sagrada y renuncia a ser instrumento de gobierno y de amenaza contra aquello que no puede ser matemático”.



Capilla Pazzi

Prosigamos el paseo. ¿Aire y danza o el ceño del Baptisterio?


Palazzo Vecchio

Palazzo Medici en la antigua Via Larga

Santa Maria Novella

Santa Maria dei Fiore

Palazzo Strozzi

Santo Spirito

“Solo Santo Spirito consiguió, entre las iglesias del aire, tener una fachada; pero es una fachada anómala por completo, cándida e interrumpida por el gran ojo de cíclope amable”, escribe Manganelli.




El de Roberto Calasso también es un libro muy simpático. En un determinado momento, habla de un jardín junto a Santa Croce y, al leerlo, exclamo: “¡pero yo he estado allí en otro libro!”. Así leo, qué le vamos a hacer: como juego o sueño. Como aire y danza.






20 comentarios:

  1. Cuánto tiempo sin leerte por aquí y qué alegría encontrarte de nuevo. Y encontrarte hablando de Florencia.
    Ha sido mi último viaje, Florencia y Bolonia. Había estado ya en Florencia hace muchos años, pero me quedó la sensación de que me había faltado tiempo en la ciudad. Ahora me he resarcido. Es una ciudad realmente inevitable. No me extraña que pueda asustar un poco su calidad de obra de arte, pero es una obra de arte muy vivible y vivida. Quizás demasiado vivida.
    Me enfado con los turistas hasta que pienso que yo soy una turista más.
    El Baptisterio y sus puertas, la catedral y esa cúpula que se encuentra uno en multitud de callejuelas a poco que levante la vista, la vista de la ciudad y sus puentes desde Piazzale Michelangelo. Todo ello, pero también lo que esconden los rincones menos concurridos, más hermosos por ello.
    Cierto que su belleza la esconde. Creo que habría que vivir en ella para que la belleza se olvide y se manifieste la vida.
    Uy, qué rollo te he metido, es que lo tengo reciente...
    Un beso.

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    1. Qué bueno, Rosa, que tengas tan recientes esas dos ciudades. Has sentido o presentido también tú esa Florencia escondida en Florencia. También hay una Bolonia en Bolonia o muchas Bolonias, como hay muchas Florencias en Florencia: seguro que sí. Y seguro, también, que han quedado en esas ciudades partes de ti. Me pregunto si la Rosa que dejaste en tu anterior viaje a Florencia se ha reencontrado con la Rosa que ahora ha regresado. Tal vez os habéis cruzado en alguno de esos rincones más tranquilos e igualmente bellos.
      Un abrazo.

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    2. Junto a saludarte, que bueno volver a leerte, además sobre Florencia!!! Ciudad única y bella!!. Mi hija lleva su nombre...

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    3. Es bello el significado del nombre de tu hija: "la que florece". Un abrazo, Ana María.

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    1. "De pasmo en pasmo", como escribió Ramón Gaya acerca de sus paseos por Florencia. Y si, además, tiene razón Manganelli y existe esa contienda entre edificios... ¡imagínate, qué aventuras!

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  3. Florencia me parece un sitio estupendo para ver turistas estupendos. Me gusta viajar a ver turistas tanto como viajar a no ver ninguno. También recuerdo que no es fácil experimentar el espacio de la ciudad. En general está más pensada para presentar fachadas (aunque estén incompletas) que para ofrecer espacios. Más morfológica que sintáctica.
    Todo demasiado puesto, cierto. La Cúpula y el Baptisterio, ambos con mayúscula, en diálogo una con otro, hacen indispensable visitar Florencia, en mi experiencia 🙂.

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    1. Parece extraño, pero, por lo menos para mí, Roma es más fácil que Florencia. Entiendo mejor los espacios; desde el primer momento -aún niña- supe orientarme. ¡Y mira que Roma es caótica! Pero... no. En Florencia supongo que lo mejor es estar durante bastante tiempo en una casa, no en un hotel, dejar atrás el apremio de querer verlo todo sin desperdiciar un momento e intentar olvidarse de que uno mismo también es turista, quiera o no. No lo sé. Sobre todo, perderse para encontrar Florencias lejos de lo pulido, lo exhibido. Existen.

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    2. Coincido. Roma es mi Italia. Se orienta uno mejor y, aún siendo muy turística, no me da esa sensación de estar todo importado.
      Estudié bastante Florencia y Roma antes de tener ocasión de visitar las. Empecé por Florencia (es todo precioso) y finalmente me declaré romano

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  4. Ufff Carmen, no quería porque sé que me lío y que me dejas 😂 Pero el (los) tema(s)… Así que opto por aquí.
    Una ciudad es una construcción donde se encuentran las ideas, visiones, voluntades, experiencias, memorias, percepciones… de muchos y distintos actores en distintos tiempos; no es sólo un lugar en un tiempo “captado”, ni en el suyo ni en el nuestro ni, creo, en el de cada uno de nosotros. Cómo me gusta volver a una ciudad, y la descripción de Melania, “ciudad invisible”, “cada vez que uno llega a la plaza, se encuentra en mitad de un diálogo [...] Los interlocutores van muriendo uno por uno y entre tanto nacen los que a su vez ocuparán un lugar en el diálogo”.
    Hasta Le Corbusier dijo que “las ciudades son individuos que cobran un alma, que sienten, que sufren y que admiran” y Kahn hacía su famosa pregunta “¿Qué quiere ser un edificio?” En ese “ser”, ¿por qué el Baptisterio no iba a querer ser amado? Quizás de otra forma, por otras razones… Quizás he de preguntarle a Manganelli. No me preguntes cómo llegue a Chesterton, no me acuerdo, pero hablando de su padre, “era mas bien tranquilo, pero su tranquilidad ocultaba una profusión de ideas… Me alegro de que nunca fue un artista … Nunca habría conseguido un vulgar éxito en las miles de cosas que con tanto éxito hacía”. Una ciudad es, sabemos, “miles de cosas”… para Peter Cook, la ciudad puede ser vista como un jardín de ideas.
    Buena semana y muuuuchas gracias.

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    1. Me resulta muy curiosa esa interpretación que hace Manganelli de los "dos bandos" de edificios florentinos, con el Baptisterio como malo de la película. Pero es que Manganelli es (era) así: tal vez sea esa una de las razones por las que me gusta. Y, hablando de gustar, ¡cuánto me gusta lo que comentas! Ese incesante, siempre renovado diálogo de Melania y de cualquier ciudad visible y, como todas, al mismo tiempo invisible. Y todo lo demás (quería decir algo sobre uno de esos demás, pero se me ha olvidado, cómo no).

      ¿Cómo llegaste a Chesterton? (¡Soy mala, soy mala!).

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    2. Una interpretación… pero en una ciudad, todo tiene que ver con la percepción, con el encuentro, la comunicación, creo. ¡Me has preguntado! Sobre el éxito sin necesidad ni búsqueda de, llamémosle “reconocimiento”, de “personas corrientes”, precisamente tratando de la construcción de una ciudad, de sus arquitecturas y edificios con pero no firmadas, para ser habitadas, y no recuerdo, pero llegué a su autobiografía y la descripción de su padre, y “me resultó curioso” que se alegrara de que no fuera “artista”.

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  5. Estuve en Florencia y es una cuidad que tiene arte en cada rincón. Pasear con sus calles y visitar cada estatua y edificio no se puede hacer en poco tiempo. Hay que volver a visitar Florencia quedándose un tiempo en ella. Lo que menos me gustó fue tanto turismo a la vez es una pena que sea tan caótica en colas para poder entrar en los edificios más renombrados. Un abrazo.

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    1. Y el hecho es que también formamos parte de ese exceso de turistas, aunque tengamos la suerte de poder residir un tiempo allí, al margen del circuito turístico. Sea como sea, pienso como tú, que es preciso dar tiempo a Florencia -a casi cualquier lugar, en realidad-, dar todo el tiempo que podamos para llegar a sentirla, sabiendo que siempre será insuficiente. Un abrazo.

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  6. ¡Hola, Carmen!
    La idea de una "obra maestra dentro de otra", me parece una genialidad. Me imagino a algo sublime que tiene dentro de sí tantas cosas bellas, que cada una es una obra, una historia con algo que diferencia de las demás pero que, en su conjunto, hacen una misma obra. Descubrirlas, sería como darles nombre a cada aspecto que percibes. Y hay tanto por descubrir, que uno puede quedarse perdido en la grandeza, dentro de sí misma.

    El Baptisterio, "no quiere ser amado..." me suena a esas cosas como decoraciones de la casa por ej, que se colocan simplemente para adornar y no ser utilizadas. Y las de danza y aire, son las que se disfrutan. Me gusta la visión de Manganelli. Y tu entrada es magnífica, Carmen, no conozco Florencia, me voy de aquí encantada con lo que has puesto de ella.
    Muchas gracias.

    Un fuerte abrazo:)

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    1. Mila, te robo toda tu reflexión acerca de dentro de dentro, esas partes (obras, historias) diferentes pero que, en conjunto, forman una misma obra... distinta. Y también esto: "Descubrirlas, sería como darles nombre a cada aspecto que percibes. Y hay tanto por descubrir, que uno puede quedarse perdido en la grandeza, dentro de sí misma". Me ayuda mucho tu comentario para ese prolongado viaje de investigación dentro de dentro que sigo desde hace años.
      Manganelli, genial, Y Florencia... ¡tiene tantas Florencias dentro!
      Un abrazo grande y gracias grandes también.

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    2. Me alegro mucho, Carmen, tú me ayudas siempre en algo importante cada domingo.
      Te deseo pases una felices fiestas, a la manera que acostumbres. Y que el 2022 sea mejor en todo.
      Otro abrazo gigante, lleno de luz.
      .

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  7. Platón decía que la belleza exterior conduce a la interior, al bien. Pero es cierto que la mayoría (los “turistas”) suele quedarse en la fachada. Mejor, así no estorban dentro.

    Feliz año Carmen.

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    1. Tal vez ese quedarse en la fachada resulte tranquilizador. Como quien teme el silencio y hace todo lo posible para romperlo. Como quien teme la noche y enciende luces potentes para ahogar las sombras -y hacer invisibles las estrellas-. Intento entender ese miedo que no comparto. Intento disculpar a quienes lo sienten, aunque no siempre es fácil (sobre todo cuando rompen el silencio y roban la visión de las estrellas).
      Que sea un buen año, Bonifacio.

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  8. Es una ciudad maravillosa, quizá mi preferida de toda Italia. No conocía tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece.
    Un fuerte abrazo y gracias.

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