martes, 21 de marzo de 2017

El viaje de Marta Zamarska





No me dejéis hablar de trenes. No me lo permitáis, por favor. No consintáis que cuente los secretos subterráneos de una determinada estación, ni que os haga sonreír con los encuentros insólitos y las situaciones tan cómicas que he vivido en los trenes, ni que os hable de la única vez que sentí miedo a bordo de uno de ellos, porque había una pistola por medio. Trenes y estaciones forman parte de mi mundo desde que nací: no dejéis que mis palabras echen a correr a través de los diversos países de la memoria, que os asaete con mis entusiasmados  “¡mira!” ante los paisajes que se deslizan por las ventanillas; que entre la melancolía, la ilusión, la somnolencia y la curiosidad sueñe, en cada estación nocturna, ante la visión de las ventanas iluminadas de las casas. No me vais a dejar hablar de trenes, ¿verdad? Bien, pues en ese caso hablaré de Marta Zamarska.

Enlace ferroviario

Enlace ferroviario

De viaje

Pero hablar de Zamarska es, también, hablar de trenes. No solo de trenes, por supuesto, a pesar de que su serie dedicada a los ferrocarriles nos permite ocuparnos de ellos. Aunque, quizás, ya que os he pedido que no me dejéis hablar de trenes, será mejor que ceda la palabra a Marta: nadie mejor que ella para hablarnos de su Diario ferroviario y de las diversas estaciones que jalonan su ruta: su ciudad natal, Ustron; la universidad de Varsovia, donde cursó estudios de lengua y cultura estadounidenses y posteriormente, en otra nueva parada del trayecto, de bellas artes. El viaje, nos cuenta esta viajera, es “la búsqueda, la introspección, el descubrimiento del yo interior”. Una identidad en movimiento, pienso, que se reconoce en lo otro que, por diferente, llega a ser tan próximo.

El tren

Estación nocturna

Las vías
“Mi pasión por el ferrocarril –escribe Zamarska- se ha ido transformando gradualmente en una experiencia fascinante. Lo he visto madurar, cambiar sus formas, conquistar nuevos territorios, explorar lo desconocido. El deseo de descubrir nuevos caminos es cada vez más atractivo. Soy consciente de eso, ya no es solo un impulso, sino una fuerza desconocida que te empuja hacia delante”. Habla la viajera, habla la artista. Habla con la voz de cualquier persona lo suficientemente arraigada en la vida como para entenderla como viaje, búsqueda, encuentros, extravíos. 

Enlace ferroviario

“Solo conozco la primera y última estación, y a veces incluso la última estación sigue siendo un misterio. Lo que parece ser meticulosamente planificado, cada minuto tomado en cuenta, podría convertirse en una improvisación, un viaje a lo desconocido, una variación...”. 

Estación

En el metro
En su página web podemos leer la acertada descripción que Ged Quinn hace de la obra de esta artista polaca: “Monet se encuentra con Edward Hopper”. Monet: la atmósfera, esas “impresiones” que dan título –y contenido- a muchas de las obras de Marta. 
Hopper… No, miradlo vosotros mismos y decidme: ¿por qué Hopper? ¿Soledad, incomunicación? Esto es lo que nos cuenta Marta: “Los extraños que coinciden en el mismo compartimiento de tiempo y lugar pueden convertirse repentinamente en alguien cercano. La atmósfera y las condiciones son alentadoras para iniciar una conversación”. No parece en sus obras, sin embargo, que este diálogo se establezca. Una charla efímera que, como la artista dice, goza de la libertad de su propia fugacidad: nos encontramos en un vagón, hablamos, uno de nosotros desciende “en la próxima estación y lo que queda es solo un rastro, la memoria” o, en la mayoría de los casos, el olvido. 

En el metro

¿Tal vez la música puede propiciar el encuentro? Una música que Zamarska, que también ha sido bailarina, ama.

Acordeonista

Acordeonista

Enlace ferroviario
Viajeros. Estaciones. Noche. Frío y nieve. La poesía de Frank O’Hara: el tema elegido por Zamarska para su tesis; en concreto, la influencia de la pintura, la música y la danza sobre la obra de este poeta estadounidense que también nos habla de trenes y estaciones.

está lleno de salvajismo y tensión
como una estación de tren, los trenes huyen en el calor
del escape del Sur a los arroyos dulces
y los carriles cubiertos de pasto debajo de la
agradecida y esclarecedora luna rusa. 


Enlace ferroviario

Nocturno

Nocturno
O’Hara, el mismo poeta que nos dice:

Los buenos
aman los parques y los ineptos las
estaciones de tren
 Acepto mi ineptitud, puesto que amo las estaciones. Aunque también los parques, sin que eso me convierta necesariamente en “buena”.

Vías de tren

Marta Zamarska pinta también paisajes llenos de color y otros en los que los personajes destacan sobre la nieve como pequeñas manchas. Pinta edificios solitarios entre la noche y el frío, pinta flores, minerales y piedras preciosas, escenas de danza. Y trenes.

La vieja destilería

Malaquita, silencio

“A veces sueño con viajar sin billete. Mi billete está abierto y no sé adónde voy a llegar finalmente”. Buen viaje, Marta. Que todos tengamos un buen viaje, aunque seamos pasajeros sin billete y sin destino.

Impresión de ferrocarril XXXI

 

43 comentarios:

  1. Buen viaje ...el q nos hace sentir con tus palabras y dibujos.
    Gracias.
    Te sonrío con el Alma.

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    1. Buen viaje para ti, para todos. Y que desde tu ventana nos llegue tu sonrisa.

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    2. A mi me gustan las estaciones pequeñas de los pueblos. Están en medio de la nada. Tienen atmósfera de reencuentro y de huida.
      No conocía esta artista. Gracias por traerla.
      Un abrazo.

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    3. Yolanda, hay una estación en un pueblo de Italia... No recuerdo el nombre del pueblo, tampoco sé qué hacía allí, esperando un tren, pero esa ha quedado, para mí, como una de las imágenes de la felicidad. Un abrazo.

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  2. De tu mano Carmen siempre visitando lugares y miradas a paisajes que nos hablan, que suerte la nuestra, viajeros subidos a tu tren de conocimiento sensibilidad y belleza. El apellido de Marta me ha recordado a mi querida poeta Wislawa Szymborska tambien polaca. La pintura de Marta me trasmite el gran viaje interior que todos recorremos en solitario por la vida, representado por caminos vias y estaciones y rodeado siempre de una atmósfera envolvente que bien pudiera ser el seno materno. ¿Que decirte Carmen? Siempre gracias. Un fuerte abrazo

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    1. Qué voz la de Szymborska, qué próxima. El viaje de Marta, el viaje de cada uno de nosotros, con las diferentes estaciones, los encuentros... Por cierto, me alegro de haberte encontrado en este tren, Elena. Me alegro mucho.

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  3. Me apasionan la literatura, pintura, fotografía, etc... derivadas del tren; magníficas pinturas y entrada.
    Un saludo.

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    1. ¡Cuántos trenes recorren la literatura, la pintura, el cine...! Y qué grande es su influencia en la forma de mirar que se desarrolló en el siglo XIX y que ha sido la nuestra hasta que lo virtual la ha transformado en otra nueva, distinta. En fin, la mirada, los trenes... Pura pasión, Setefilla. Un abrazo.

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  4. Carmen:
    gracias por presentarme a esta apasionada de los trenes. Tú ya sabes mi relación con el trenet así que no te extrañará que me haya enamorado de estas estaciones solitarias y de estos ambientes tristones. Un abrazo.

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    1. El trenet, tan arraigado también en mi recuerdo. Ahora utilizo con frecuencia los trenes de cercanías: no son lo mismo, pero tienen una atmósfera próxima, muy distinta, desde luego, de la de los trenes de largo recorrido. ¡Aunque también estos fascinan! El caso, ya ves, es que nos siguen enamorando los trenes. Un abrazo, Francisca.

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    2. Me ha encantado este viaje inesperado de obligatorias paradas donde llenarse de belleza, disfrutando el reposo del alma y la mirada
      Me gustaban los trenes con locomotoras de vapor en los que el humo nublaba la vista y el carbón diminuto convertido en carbonilla resultaba temible para los ojos.
      Adoro los viajes en tren de largo recorrido,recuerdo aquellos trenes de la posguerra con sus vagones de tercera llenos de gente que compartía el pan y la tortilla, y el queso y el chorizo, partiéndolo con una navaja en pequeñas raciones.
      Me impresionó viajar en coche cama y descubrir que los trenes, algunos,llevaban restaurante, fue un viaje inolvidable tenía cuatro años y dos trenzas.

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    3. Tenías cuatro años, dos trenzas y el mismo espíritu vivo y observador que ahora, Kattalin.
      Hablas de pan,tortilla, queso y chorizo. Recuerdo un viaje en el que coincidí con un grupo de emigrantes que llevaban un jamón y botas de vino. Como puedes imaginar, no tardaron nada en invitarme y allá me tienes, entre trozo de jamón, trago de vino y mucha conversación, disfrutando de un trayecto que siempre recuerdo con cariño.
      Un abrazo, Kattalin.

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  5. Bueno, me da cierto rubor pasarme por aquí después de tanto tiempo, aunque vengo dispuesto a soportar la bronca justificada y merecida; podría tratar de explicarme, exponer excusas vagas como que he estado viajando en el tren del tiempo conociendo la Italia del "quatroccento", que asistí a la ópera en Versalles, o que comerciaba con especias en Flandes. Argumentos vacíos, que por muy reales que sean, no eximen la culpa de una ausencia insolente, pues hace más de un mes que volví de ese viaje, y siempre hubo un hueco entre tanta magnificencia y tanto conflicto, para rendir tributo a los allegados; podría igualmente decirte que mi ausencia fue por amor, que no sabía lo que hacía, pero sería otra vil falacia, pues tengo por costumbre leer siempre lo que firmo.
    Así que no me quedan más argumentos a favor sino tan solo mostrar mi apoyo con respecto a Hopper, al tercer o cuarto cuadro, se me vino a la mente, tal vez por los colores, por la composición, por las luces y sombras, por algo que no siempre sabemos explicar sin conocimientos; y también pensé en la soledad que transmiten los cuadros, siempre desiertos o semidesiertos, en los viajeros de esos trenes y en sus historias, quiénes son, dónde van, qué dejan tras de sí; y que Monet nos perdone pero todavía no lo tengo tan interiorizado como para evocarlo (está empezando el hombre, le daremos tiempo), o acaso invocarlo, y poder emitir un veredicto sobre su influencia.
    Qué más puedo decirte desde esta estación nocturna en la que los trenes están cada vez más en peligro de extinción.
    Para despedirme te diría: hasta pronto, sin embargo es posible que incumpla de nuevo, así que supongo que es mejor decirte: hasta otra.

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    1. Parece uno de esos chistes: "¿se puede saber de dónde vienes a estas horas?" ;)) Ya vi que tu blog durmió durante un ratito, Poeta. A veces es necesario que se echen a descansar por un tiempo. A saber cuándo se le cerrarán los ojos al mío, y cuánto durará su siesta...
      Lo de Monet es, sobre todo, por el concepto de "impresiones". El parentesco con Hopper (¡artista de gran descendencia!) es más intenso, más evidente, en mi opinión.
      Viajeros, en fin, los de Zamarska y nosotros mismos. Nos vemos en una estación, Poeta, o en un tren. Un abrazo.

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  6. Esta vez coincidimos en el tema de los trenes, aunque el mío es un tren de gnomos (puedes subirte si quieres).

    Hermosa entrada, no conocía a esa pintora. Sí recuerda a Hopper, pero la soledad parece que afecta más a los objetos que a las personas en sus cuadros. O incluso al paisaje entero. Por contraste, ese amarillo de la destilería entre los demás edificios y colores desvaídos, es atrapante. Impresionismo puro (no sé si de Monet o no, no hilo tan fino).

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    1. Viajé en tu tren de gnomos, Bonifacio. Me gustó, me inquietó.
      Hablas de la soledad de los objetos. Me evocas unas palabras de Cees Nooteboom acerca del alma, el aislamiento y la soledad de los objetos pintados por Hopper: como si ellos, el ambiente, el paisaje, todo,se amenazase a sí mismo.

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    2. Gracias por subirte a mi pequeña locomotora.

      Interesante lo de la amenaza generalizada en los cuadros. Hopper no mostraba dramas desatados como Goya por ejemplo, pero quizá eso mismo le vuelve más inquietante aún. Como si pintase vagones de tren un segundo antes de descarrilar, hasta cuando no salían trenes en sus cuadros.

      Saludos.

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    3. Es una sugerencia excelente. El instante previo al descarrilamiento de un tren... cuando no hay tren. Esencia del terror.

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    4. Sí, da para otro cuento. Apuntaré la idea.

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  7. Maravillosa entrada donde las estaciones y los trenes se reflejan la soledad de las vías. ¿Cuántos pasajeros las visitan? muchos y cada vida se desconocen de las otras. Estaciones solitarias y vidas para esta mujer cuanto de vida cobran. Un abrazo

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    1. Vidas que se desconocen y,sin embargo, se cruzan, tal vez se sumen, confluyan en algo. No lo sé. Intuyo.
      Gracias, artista. Un abrazo.

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  8. Como hija de ferroviario (mi padre fue maquinista de RENFE, con derecho a viaje gratuito, mi vida también ha estado muy ligada a los trenes, a los que nos traían a mi padre oi se o llevaban a cualquier hora del día o la noche, pero también a los que nos llevaban o nos traían a toda la familia en nuestras vacaciones.
    Preciosas pinturas, algunas muy Hopper, en efecto. Te robo una de las pinturas deMarta Zamarska. Algo se me ocurrirá para hacer con ella.
    Un beso.

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    1. Sabía que subirías a este tren, Rosa, porque recordaba que habíamos hablado de la profesión de tu padre y de nuestras infancias con trenes de tamaño natural. Creo que te comenté algo acerca de los geniales maquinistas que, a veces, cuando me veían con mi padre, se acercaban sonrientes y me decían: "¿has oído? He pitado al entrar en la estación para saludarte". ¡Y yo me ponía tan contenta...!
      Un abrazo,Rosa.

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  9. Las estaciones, Carmen, las imagino des dos miradas. Desde el tren y desde el andén. Desde el tren, las estaciones siempre me han evocado soledad. Desde el andén, aventura. Recuerdos trenes detenidos en estaciones, de noche, y unos ruidos casi familiares probando cosas y la máquina que se va, o que la cambian, Eran trenes con locomotora a vapor y yo viajaba a Barcelona a seguir con mis estudios. Desde la ventanilla intuía una vida muy ajena en el andén que fuese. Esa soledad me la evocan esos cuadros que nos traes hoy. Gracias, Carmen, me haces evocar una época muy querida.

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    1. Las miradas, tan diferentes desde un lado y otro del cristal de la ventanilla: cuánto podemos imaginar y qué sensaciones tan distintas, según el lugar que ocupemos, según la estación, o la hora... Gracias, Emilio. En este momento sigo pensando en estaciones.

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  10. Me sorprende siempre cómo cualquier tema puede ser un viaje hacia el interior. En este caso, verdadero viaje, sobre unas vías paralelas que se unen en el infinito, allí donde vamos. Gracias.

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    1. Es verdad, como lo es que todo viaje es interior. Gracias, Galefod.

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  11. Hola a todos:
    me ha gustado mucho esta pintora. Sobre todo por los colores. Como los mezcla y los contrapone. Son intensos y luminosos, incluso cuando están difuminados por la niebla.
    También me gustan mucho los trenes, desde muyy pequeña. He hecho varios viajes largos y muchos cortos y si tuviera dinero para derrochar me gustaría hacer el transiveriano. Pero de momento me conformo con poder seguir viajando. El tren, para mí, es como una cuna. Es tan fácil dejarse llevar por el traqueteo y perderse en pensamientos vagos mientras ves pasar el paisaje...
    Gracias Carmen por esta entrada tan bonita y por descubrir a una pintora tan interesante.

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    1. Sí, Marta Zamarska juega de formas muy diversas con los colores. Sus series de flores, minerales y piedras preciosas son muy diferentes de sus escenas invernales, donde unos personajes apenas esbozados como manchas oscuras destacan (aunque a veces apenas lo hacen) sobre blanco, gris... Aunque lo mejor, como siempre digo,sería poder ver directamente sus obras y no solo estas reproducciones que manejamos en el blog. Nada, un día nos iremos todos en tren a visitar a Marta... Un abrazo, Harry.

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  12. Carmen:
    Que el viaje dure todo lo posible, y más; que el destino final, esa Ítaca última, aparezca cuando tenga que aparecer, pero antes disfrutemos del paisaje, de lascestaciobes, de las conversaciones fugaces con los acompañantes. Sí, Marta Zamarska, me ha convencido plenamente; y, en efecto, es una mezcla de Monetaria y Hopper..
    Muchas gracias, Carmen, por darme a conocer a esta artista polaca y sus cuadros.
    Un beso

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    1. Que dure, sí, que dure, y que prevalezca en él lo bueno, aunque sabemos que es inevitable atravesar, en algunos momentos de la vida, estaciones demasiado sombrías o túneles que parecen interminables. Pero el tren sigue su marcha, salimos de nuevo a la luz, a los paisajes que nos llenan los ojos, y prosigue también esa conversación con los otros viajeros que son otros y, al tiempo, somos cada uno de nosotros.
      Gracias, Juan Carlos, y un abrazo.

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  13. No conocía a esta artista y gracias a ti mi ignorancia pictórica va menguando poco a poco. Gracias, Carmen. Me gusta su estilo, el tema que desarrolla desde tantos puntos de vista, a cual de todos más sugerente y evocador. En mi adolescencia solía viajar en tren desde Valencia a Utiel porque en el coche familiar, a medida que crecíamos, no cabíamos todos, ya que somos familia numerosa; pues bien, ese trayecto no muy largo, lo recuerdo con cariño pues siempre acababa entablando interesantes y divertidas charlas con el resto de pasajeros que viajábamos en el mismo compartimento ¡Qué diferencia con los viajes en Ave actuales en los que todos van conectados a un portátil o a los auriculares para escuchar la película que proyectan en la pantalla!En estos, casi te molesta que te dirijan la palabra ¡Qué pena!

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    1. Es una artista que resulta próxima, ¿verdad?
      Comentas el aislamiento de los viajeros, pendientes de las pantallas, y es algo cierto y que desazona. Ni siquiera disfrutan de los paisajes, a veces bellísimos, que se ven desde las ventanillas del tren (otro tipo de pantalla, si quieres). En fin. Esperemos que en algún momento se decidan a levantar la vista, a mirar... y a sonreír.
      Un fuerte abrazo, Carmela.

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    2. En clase, he aprovechado la figura de Botero para desarrollar actividades en torno a la descripción. Te sorprenderías al descubrir hasta qué punto niños de doce y trece años han diseccionado algunas de sus pinturas que abordan el tema familiar¿Podrías sugerirme alguna propuesta para trabajar en clase con otro pintor? Un besazo, Carmen

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    3. Ellos ven. Somos los adultos los que a veces perdemos esa capacidad de ver. Sé que Matisse suele gustar a los chavales, pero dime alguno de los temas que barajas para trabajar en clase y buscamos artistas, ¿quieres? Besazo.

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  14. Estos cuadros recuerdan a Hopper, un pintor que se ha convertido en paradigma de la soledad. Pero es una impresión superficial, en realidad no tienen nada que ver. Hopper es estático y sus colores mitigados acentúan una forma de soledad. En esta pintora hay huida, convergencia, raíles que se juntan en el infinito, y colores sólidos que convierten la aparente soledad en pasión reprimida. Como a Dufy, le gustan los enlaces ferroviarios. Antiguos, por supuesto. Los trenes ya no son lo que eran.

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    1. Son buenas precisiones las que aportas. Yo observo una diferencia fundamental entre los personajes de Hopper y los de Zamarska. Los del artista estadounidense están derrotados: sus propios cuerpos reflejan la inutilidad de cualquier esfuerzo. Los de la artista polaca, en cambio, pueden sumirse en un momento de ensoñación, de reflexión o incluso de melancolía, pero su viaje continúa, no ha terminado ahí. La propia Marta habla de “una fuerza desconocida que te empuja hacia delante” y de la posibilidad de que lo que parece por completo fijado, planificado de antemano hasta el último detalle, pueda “convertirse en una improvisación, un viaje a lo desconocido, una variación...”. Esto –el impulso, la apertura- sería impensable en Hopper.
      Gracias por tu comentario. Saludos.

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  15. Cómo me perdí esta entrada!!! “A veces sueño con viajar sin billete. Mi billete está abierto y no sé adónde voy a llegar finalmente”. Tantas veces lo pensé. Las estaciones tienen tanto para contar, tantas horas dedicadas a esperarlas, a buscarlas y acompañarlas hasta su final. Los cuadros de Marta son estupendos. Me quedo con esa mujer solitaria "En el metro". Gracias Carmen. Un abrazo

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    1. Una viajera como tú, Eme... Deberías hacer algún viaje con Marta: ¿te imaginas? Y luego, contárnoslo las dos: ella, con sus pinturas o, quizás, bailándolo; tú, con tus fotografías y tus palabras. ¡Sería muy hermoso! Un abrazo tan grande como un tren grande :)

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  16. Hola Carmen,... los trenes y las estaciones de tren,... que sugerente! En mi caso las estaciones forman una parte muy importante de mi vida,... cada semana, durante mis estudios, volvía a casa los viernes para volver a partir los domingos por la noche. Ahora el tren sigue formando parte de mi,... con ese fotograma continuo que representan sus ventanillas. Ahora al ver la obra de Marta, me sorprenden esas estaciones frías,... pintadas con colores cálidos,... hermoso!

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    1. Es cierta la asociación que estableces entre frialdad y calidez, en las estaciones de Zamarska. Gracias por viajar también en este tren, Baile del Norte. Un abrazo.

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  17. Me encanta esta artista que monografía el tren, las estaciones, los extraños que comparten un mismo lugar y análogos caminos y se convierten en cercanos...Me ha hecho retrotraerme a gratas experiencias en este medio de transporte, he tenido que coger el tren en numerosas ocasiones y he de decir que me ha cautivado esta poética, connotativa y subjetiva, tan bella, manera de describirlo.
    Un beso, Carmen

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    1. Son tantos nuestros trenes que, algún día, tendríamos que lanzarnos todos a contarlos, a llenar de vías y estaciones el espacio de las palabras. ¿Te imaginas descubrimientos como "ah, pero entonces, ¿eras tú quien aquella tarde de verano, en la estación de...?"?
      Un abrazo, Marisa.

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